miércoles, 19 de noviembre de 2008
lunes, 10 de noviembre de 2008
miércoles, 5 de noviembre de 2008
lunes, 3 de noviembre de 2008
El ultimo samurai: Saigo Takamori

Saigo Takamori fue, es y será unos de los Samurai de mayor importancia en la historia del Japón. Nació en la localidad de Kagoshima, en el feudo de Satsuna el 23 de enero de 1828.
Fue reclutado para viajar a la ciudad de Edo, hoy en día Tokio, para ayudar al Señor Nariakira. Más tarde fue puesto al mando de más de cincuenta mil samurai, gran parte de la armada imperial. Como líder de las fuerzas imperiales en la guerra de Boshin, Saigo fue una de las figuras claves en la restauración Meiji.
A pesar de sus humildes antecedentes, se convirtió en consejero de estado y general de armada del nuevo estado. Saigo estaba en desacuerdo con la modernización de Japón y la apertura del comercio con occidente, el no creía que este cambio no era necesario sino que se estaba llevando a cabo de manera muy apresurada. A causa de este desacuerdo, Saigo renunció a su cargo y regreso a su ciudad natal en Kagoshima.
Estatua en homenaje a Saigo Takamori en Tokio
Poco después, fundó una pequeña academia en Kagoshima para todos aquellos leales samuráis que también habían renunciado a sus cargos para seguirle desde Tokio. En 1876, dirigidos por Saigo, se rebelaron contra el gobierno central, que había eliminado sus sueldos de arroz.
El palacio había reclutado para su protección a una gran cantidad de guardias que no eran más que simples campesino con armas, que habían sido entrenados por generales americanos para esta batalla. Entonces los rebeldes samuráis se enfrentaron con sus armas tradicionales al ejército del emperador, armado con la más alta tecnología bélica americana.
Como era de esperarse las espadas samuráis no fueron obstáculo para las armas de los soldados y así estos guerreros se vieron forzados a su retirada, muriendo cerca de veinte mil de ellos en el enfrentamiento.
Fue reclutado para viajar a la ciudad de Edo, hoy en día Tokio, para ayudar al Señor Nariakira. Más tarde fue puesto al mando de más de cincuenta mil samurai, gran parte de la armada imperial. Como líder de las fuerzas imperiales en la guerra de Boshin, Saigo fue una de las figuras claves en la restauración Meiji.
A pesar de sus humildes antecedentes, se convirtió en consejero de estado y general de armada del nuevo estado. Saigo estaba en desacuerdo con la modernización de Japón y la apertura del comercio con occidente, el no creía que este cambio no era necesario sino que se estaba llevando a cabo de manera muy apresurada. A causa de este desacuerdo, Saigo renunció a su cargo y regreso a su ciudad natal en Kagoshima.
Estatua en homenaje a Saigo Takamori en Tokio
Poco después, fundó una pequeña academia en Kagoshima para todos aquellos leales samuráis que también habían renunciado a sus cargos para seguirle desde Tokio. En 1876, dirigidos por Saigo, se rebelaron contra el gobierno central, que había eliminado sus sueldos de arroz.
El palacio había reclutado para su protección a una gran cantidad de guardias que no eran más que simples campesino con armas, que habían sido entrenados por generales americanos para esta batalla. Entonces los rebeldes samuráis se enfrentaron con sus armas tradicionales al ejército del emperador, armado con la más alta tecnología bélica americana.
Como era de esperarse las espadas samuráis no fueron obstáculo para las armas de los soldados y así estos guerreros se vieron forzados a su retirada, muriendo cerca de veinte mil de ellos en el enfrentamiento.
Malherido en la cadera durante la fiera batalla, en lugar de ser asesinado o capturado por los soldados enemigos, Saigo pidió que le fueses cortada la cabeza por un compañero para así poder preservar su honor. La leyenda y el arte muestran que Saigo Takamori cometió seppuku. Esta tragedia marcó el final de la era de los guerreros samurai, y desde ese momento se reconoce a Saigo Takamori como “el último samurai”
Surgieron muchas leyendas acerca de su muerte. Una gran parte del pueblo de Japón creía que él no había muerto y seguía esperando a que el volviese de la India o de China, o navegando a su regreso como el príncipe de la corona rusa para destruir tal injusticia.
El gobierno inventó muchas historias acerca de Saigo pero al verse incapaz de destruir el afecto que la gente tenía por este héroe de tradición y moral, reconoció su valentía y su bravura. El 22 de febrero de 1889 recibió un homenaje póstumo a su persona. Una famosa estatua de Saigo paseando a su perro se erige hoy día en el parque Ueno, Tokio.
Surgieron muchas leyendas acerca de su muerte. Una gran parte del pueblo de Japón creía que él no había muerto y seguía esperando a que el volviese de la India o de China, o navegando a su regreso como el príncipe de la corona rusa para destruir tal injusticia.
El gobierno inventó muchas historias acerca de Saigo pero al verse incapaz de destruir el afecto que la gente tenía por este héroe de tradición y moral, reconoció su valentía y su bravura. El 22 de febrero de 1889 recibió un homenaje póstumo a su persona. Una famosa estatua de Saigo paseando a su perro se erige hoy día en el parque Ueno, Tokio.
La Restauracion Meiji
Restauración Meiji
La restauración Meiji (1966 a 1869) fue la caída del régimen despótico en el Japón. Este régimen era muy parecido al feudalismo europeo. El emperador (que se creía que descendía de los dioses) no tenía el poder real sino que dependía del daimyo (señor feudal o hacendado de familias importantes) más importante. Este se titulaba "shogun", que es el mayor rango que un daimyo podía obtener. Por eso el régimen político se llamaba Shogunado o bakufu.
El Japón, hasta 1853, había permanecido aislado del resto del mundo en lo económico y en lo político (excepto para China y Holanda). En esta fecha llega una flota armada estadounidense (al mando del Comodoro Perry) que tenía como propósito demandar un tratado de comercio. Este hecho se conoce también como "Kuro-fune raikō" (llegada de los barcos negros). Al no tener Japón una armada para hacerle frente tuvo que aceptar el tratado, evidenciando lo débil que era el país.
Esta revolución tuvo una particularidad única en la historia. La misma clase dominante (la aristocracia) fue la que vio la necesidad de cambio y de renunciar a sus derechos especiales. Por eso estaban divididos en dos bandos: los Ishin shishi y los partidarios del shogunado.
Los terratenientes (daimyos) que estaban en contra del shogunado lideraron el Ishin shishi. Entre ellos destacan tres dirigentes, el llamado Ishin sanketsu (el triunvirato Ishin), cuyos integrantes eran Toshimichi Ookubo, Saigō Takamori y Kogoro Katsura.
Los partidarios del shogunado contaban con diferentes fuerzas para enfrentarse a estos revolucionarios; entre ellos el Shinsengumi (una fuerza paramilitar-policial situada en Kioto). Para 1867 el movimiento revolucionario había logrado un avance decisivo y el emperador Meiji (que no tenía poder real) dicta la orden de disolver el bakufu (shogunado). Pero el shogun Yoshinobu Tokugawa se resiste a dejar el poder en manos del Ishin shishi y en 1868 se desarrollan cinco batallas más, llamadas las Guerras Boshin, en orden cronológico son estas: Toba-Fushimi, Monte Ueno, Nagoaka, Aizu y Hakodate.
Posteriormente los samuráis, tras los radicales cambios realizados por el emperador, se rebelan contra éste, formando un ejército cuyo enemigo será el emperador al abolir los privilegios de la clase samurai. Los contrincantes fueron el recién fundado cuerpo de policía, formada en gran parte por samuráis que se pusieron al servicio del emperador y samurai de los clanes vencedores en las Guerras Boshin: Satsuma y Chozu.
Los resultados de las cinco guerras fueron determinantes y el shogun convocó a consejo al ishin Saigō Takamori, en el que estuvo presente el jefe de marina shogunal, Katsu Kaishū. El resultado de este consejo fue la rendición del shogunado.
La formación en 1866 de la alianza Satsuma-Chōshū entre Saigō Takamori, el líder del territorio Satsuma, y Kido Takayoshi, el líder del territorio Chōshū, construyen los cimientos de la restauración Meiji. Estos dos líderes apoyaron al Emperador Kōmei (padre del emperador Meiji) y se aliaron junto a Sakamoto Ryoma con el propósito de cambiar el gobierno del Shogunato Tokugawa (bakufu) y devolver el poder al emperador.
La restauración Meiji (1966 a 1869) fue la caída del régimen despótico en el Japón. Este régimen era muy parecido al feudalismo europeo. El emperador (que se creía que descendía de los dioses) no tenía el poder real sino que dependía del daimyo (señor feudal o hacendado de familias importantes) más importante. Este se titulaba "shogun", que es el mayor rango que un daimyo podía obtener. Por eso el régimen político se llamaba Shogunado o bakufu.
El Japón, hasta 1853, había permanecido aislado del resto del mundo en lo económico y en lo político (excepto para China y Holanda). En esta fecha llega una flota armada estadounidense (al mando del Comodoro Perry) que tenía como propósito demandar un tratado de comercio. Este hecho se conoce también como "Kuro-fune raikō" (llegada de los barcos negros). Al no tener Japón una armada para hacerle frente tuvo que aceptar el tratado, evidenciando lo débil que era el país.
Esta revolución tuvo una particularidad única en la historia. La misma clase dominante (la aristocracia) fue la que vio la necesidad de cambio y de renunciar a sus derechos especiales. Por eso estaban divididos en dos bandos: los Ishin shishi y los partidarios del shogunado.
Los terratenientes (daimyos) que estaban en contra del shogunado lideraron el Ishin shishi. Entre ellos destacan tres dirigentes, el llamado Ishin sanketsu (el triunvirato Ishin), cuyos integrantes eran Toshimichi Ookubo, Saigō Takamori y Kogoro Katsura.
Los partidarios del shogunado contaban con diferentes fuerzas para enfrentarse a estos revolucionarios; entre ellos el Shinsengumi (una fuerza paramilitar-policial situada en Kioto). Para 1867 el movimiento revolucionario había logrado un avance decisivo y el emperador Meiji (que no tenía poder real) dicta la orden de disolver el bakufu (shogunado). Pero el shogun Yoshinobu Tokugawa se resiste a dejar el poder en manos del Ishin shishi y en 1868 se desarrollan cinco batallas más, llamadas las Guerras Boshin, en orden cronológico son estas: Toba-Fushimi, Monte Ueno, Nagoaka, Aizu y Hakodate.
Posteriormente los samuráis, tras los radicales cambios realizados por el emperador, se rebelan contra éste, formando un ejército cuyo enemigo será el emperador al abolir los privilegios de la clase samurai. Los contrincantes fueron el recién fundado cuerpo de policía, formada en gran parte por samuráis que se pusieron al servicio del emperador y samurai de los clanes vencedores en las Guerras Boshin: Satsuma y Chozu.
Los resultados de las cinco guerras fueron determinantes y el shogun convocó a consejo al ishin Saigō Takamori, en el que estuvo presente el jefe de marina shogunal, Katsu Kaishū. El resultado de este consejo fue la rendición del shogunado.
La formación en 1866 de la alianza Satsuma-Chōshū entre Saigō Takamori, el líder del territorio Satsuma, y Kido Takayoshi, el líder del territorio Chōshū, construyen los cimientos de la restauración Meiji. Estos dos líderes apoyaron al Emperador Kōmei (padre del emperador Meiji) y se aliaron junto a Sakamoto Ryoma con el propósito de cambiar el gobierno del Shogunato Tokugawa (bakufu) y devolver el poder al emperador.
A finales de 1867, el Emperador Meiji asciende al trono después de la muerte del emperador Kōmei. Este periodo también supuso un cambio a Japón desde el comienzo de una sociedad feudal a tomar una economía capitalista con una persistente influencia occidental.
La armadura samurai

La armadura de los Samurai
Los samuráis llevaban una armadura muy sofisticada para protegerse de sus enemigos. Estaba fabricada con pequeñas escamas o pequeñas láminas de hierro laqueado, unidas en filas con cordones de seda. El resultado era un tejido metálico considerablemente cómodo y liviano pero, al mismo tiempo, extremadamente resistente.
La armadura llegaba a pesar aproximadamente once kilos, lo cual le permitía al guerrero moverse con agilidad. Asimismo, ésta podía trasladarse con facilidad dentro de una caja y, si llegaba a ser cortada por una espada u otro artefacto cortante, podía arreglarse con una nueva lamina.
Los samuráis utilizaban también unos cascos de hierro remachado, que tenían unas máscaras de metal con una cara feroz con el objetivo de asustar a sus contrincantes. Estos cascos tenían a su vez protectores especiales para el cuello. Los guerreros usaban una o dos armas dependiendo de su posición social
El arma que utilizaban era la katana una espada curva, los samurai promedio llevaban solo una al combate mientras que los de clase media o alta llevaban a su vez una espada corta llamada shoto wakizashi.
La espada es la posesión más valiosa que tiene un samurai, su marca distintiva. El samurai le daba un nombre especial a su espada ya que ésta simbolizaba el “alma” de su actividad.
“Clara como el cristal, aguda y brillante, la espada sagrada no admite sitio para alojar el mal” .
Este bellísimo artefacto utilizado para al guerra tarda alrededor de cuatro meses en ser forjada y pasa por distintos tipos de lugares y herreros, se tarda tanto porque los hombres japoneses son excesivamente perfeccionistas.
Durante la segunda guerra mundial se necesitaban grandes cantidades de espadas y no se podían dar el lujo de esperar tanto tiempo para forjarlas. Por esta razón es que muchas de estas espadas se rompieron con facilidad o se oxidaron muy rápidamente y no pudieron ser utilizadas. Es sabido que la espada samurai forjada como se debe es la más resistente del mundo. Estudios recientes demostraron que la espada samurai puede cortar en dos una bala de una pistola 9 milímetros.
La forja del alma del Samurai
La hoja de la katana tiene su origen en las entrañas de la tierra, como el mineral de hierro que se encuentra en su interior. Pero el hierro hay que convertirlo en acero, ya que por si mismo no es suficientemente duro y las armas de este material no resisten bien los golpes y sus filos se mellan con gran facilidad. Para volver el hierro acero hay que añadirle carbono.
El proceso tradicional que se utilizaba en el antiguo Japón para añadir carbono al hierro consistía en hacer carbón vegetal a partir de madera, después se cavaba una fosa y en varias
capas intercaladas se disponía el hierro de mena y el carbón. Después se cubría de tierra y arcilla y se dejaba un agujero para ventilación en la parte superior. Tras esto se encendía un fuego en el fondo de la fosa para que el carbono se introdujera átomo a átomo en el hierro. Durante días y días, mediante un fuelle, los trabajadores alimentaban el fuego del interior de la fosa. Cuando por fin se descubría la fosa, el hierro había dejado de serlo para pasar a ser acero con la proporción adecuada de carbono en su interior.
Una vez listo, el acero era llevado a la forja. Dado que crear una espada era un acto religioso cargado de connotaciones espirituales el taller se había purificado previamente, papelitos con sutras colgaban de las paredes y el maestro espadero se había vestido enteramente de blanco.
Los pequeños trocos de acero se amontonaban en la forja, calentándose hasta que se fundieran en uno sólo. Éste se colocaba sobre el yunque y empezaba a martillearse una y otra vez, el martilleo compactaba el acero y extraía las impurezas del mismo, además de hacer que el bloque se alargara hasta formar una barra. Entonces esta barra se doblaba sobre si misma hasta recuperar el tamaño original y empezaba a martillearse otra vez.
Para el filo se utilizaba un acero extremadamente duro que se plegaba unas 15 veces dando origen a más de 30.000 capas. Una vez dada forma a la hoja ésta debía ser templada, el temple es el proceso que da dureza al metal, consiste en calentar la hoja hasta que estuviera al rojo y acto seguido sumergirla en agua o aceite, el súbito cambio de temperatura produce un cambio en la estructura molecular del acero, haciéndolo mucho más duro y resistente.
La armadura llegaba a pesar aproximadamente once kilos, lo cual le permitía al guerrero moverse con agilidad. Asimismo, ésta podía trasladarse con facilidad dentro de una caja y, si llegaba a ser cortada por una espada u otro artefacto cortante, podía arreglarse con una nueva lamina.
Los samuráis utilizaban también unos cascos de hierro remachado, que tenían unas máscaras de metal con una cara feroz con el objetivo de asustar a sus contrincantes. Estos cascos tenían a su vez protectores especiales para el cuello. Los guerreros usaban una o dos armas dependiendo de su posición social
El arma que utilizaban era la katana una espada curva, los samurai promedio llevaban solo una al combate mientras que los de clase media o alta llevaban a su vez una espada corta llamada shoto wakizashi.
La espada es la posesión más valiosa que tiene un samurai, su marca distintiva. El samurai le daba un nombre especial a su espada ya que ésta simbolizaba el “alma” de su actividad.
“Clara como el cristal, aguda y brillante, la espada sagrada no admite sitio para alojar el mal” .
Este bellísimo artefacto utilizado para al guerra tarda alrededor de cuatro meses en ser forjada y pasa por distintos tipos de lugares y herreros, se tarda tanto porque los hombres japoneses son excesivamente perfeccionistas.
Durante la segunda guerra mundial se necesitaban grandes cantidades de espadas y no se podían dar el lujo de esperar tanto tiempo para forjarlas. Por esta razón es que muchas de estas espadas se rompieron con facilidad o se oxidaron muy rápidamente y no pudieron ser utilizadas. Es sabido que la espada samurai forjada como se debe es la más resistente del mundo. Estudios recientes demostraron que la espada samurai puede cortar en dos una bala de una pistola 9 milímetros.
La forja del alma del Samurai
La hoja de la katana tiene su origen en las entrañas de la tierra, como el mineral de hierro que se encuentra en su interior. Pero el hierro hay que convertirlo en acero, ya que por si mismo no es suficientemente duro y las armas de este material no resisten bien los golpes y sus filos se mellan con gran facilidad. Para volver el hierro acero hay que añadirle carbono.
El proceso tradicional que se utilizaba en el antiguo Japón para añadir carbono al hierro consistía en hacer carbón vegetal a partir de madera, después se cavaba una fosa y en varias

Una vez listo, el acero era llevado a la forja. Dado que crear una espada era un acto religioso cargado de connotaciones espirituales el taller se había purificado previamente, papelitos con sutras colgaban de las paredes y el maestro espadero se había vestido enteramente de blanco.
Los pequeños trocos de acero se amontonaban en la forja, calentándose hasta que se fundieran en uno sólo. Éste se colocaba sobre el yunque y empezaba a martillearse una y otra vez, el martilleo compactaba el acero y extraía las impurezas del mismo, además de hacer que el bloque se alargara hasta formar una barra. Entonces esta barra se doblaba sobre si misma hasta recuperar el tamaño original y empezaba a martillearse otra vez.
Para el filo se utilizaba un acero extremadamente duro que se plegaba unas 15 veces dando origen a más de 30.000 capas. Una vez dada forma a la hoja ésta debía ser templada, el temple es el proceso que da dureza al metal, consiste en calentar la hoja hasta que estuviera al rojo y acto seguido sumergirla en agua o aceite, el súbito cambio de temperatura produce un cambio en la estructura molecular del acero, haciéndolo mucho más duro y resistente.

Tras pulir, desbastar y bruñir la hoja estaba casi lista, entonces llegaba la parte más delicada y sagrada del proceso, hacer el filo de la misma. El artesano cubría la parte del filo de la hoja con una fina capa de arcilla, y orando a buda volvía a templar la hoja. La arcilla tenía el efecto de que el calentamiento de la parte cubierta de la hoja fuera un poco más lento, que el calor mantuviera más constante mientras era llevada al agua, y que el enfriamiento ulterior fuera algo más lento, esto otorgaba mayor dureza al filo.
Por último, la hoja era llevada al pulidor, que utilizando sucesivamente piedras de un grano más y más fino iba puliendo la hoja, afilándola y eliminando las posibles imperfecciones que aún pudiera haber. Al final del proceso utilizaba “Uchiko” (mineral en polvo muy fino) y con él impregnado en papel de arroz o en los propios dedos daba el pulido final. El alma del samurai estaba lista.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)